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domingo, 23 de diciembre de 2012

POBRE NAVIDAD


 

http://www.comunidadgdi.com/arte-manualidades/velas-de-navidad-y-su-significado.html

 

 

Tal vez debiera empezar diciendo que es la mejor época del año, la más bonita, luminosa, familiar, llena de sueños y demás cursiladas.

Mas no puedo. Ya no me lo creo.

Yo veo a la Navidad como una gran señora ostentosa y arrogante que abusa de los adornos para ocultar la realidad: disfraza una apariencia distinta de la que es. Viene cargada de luces para ocultar su oscuridad, de brillos para sus sombras, de ruido para su soledad, de colores para su tristeza.

Se pasea como cada año abanicando su soñadora mirada, cantando para ahuyentar a los fantasmas y sonriendo para sí misma intentando con un conato de felicidad autoconvencerse de que en verdad, es feliz.

Una noche al año enciende la llama de los sueños. Dejando que su luz centellee  entre sombras, entre recuerdos, entre lágrimas de ayer.  Entre los que una vez abrazaron su  embellecida figura. Aquellos a los que frívolamente recuerda en esta noche llegándole incluso a dedicar un brindis de amargura.

Es falsa la Señora. Me mira descarada, con desaire. Me reta con la mirada, me provoca con su risa, me enfada con su canto. Me induce al deseo de odiarla cada vez un poquito más.  No puedo mantenerle el pulso por mucho tiempo. Bajo la vista y me encuentro con un coro de querubines, todos embelesados con una boba sonrisa dibujada en sus rostros. Hechizados con su presencia.

No consigo lidiar con eso. Me recuerdan un pasado donde al calor de un brasero, al olor de las castañas y envuelta con la voz de la sabiduría, una niña se dejó cautivar por una joven Navidad.

Con el paso de los años ambas han crecido y  descubierto el interior de cada una. No se esconden, ya no se engañan, son ellas sin más. Mientras una apaga la vela para dejar de recordar, la otra la mantiene encendida para iluminarle el alma y ayudarla a soñar.

¡Pobre Navidad!
P.D.-  Pese a este relato antinavidad, deseo a tod@s aquell@s que pasen por este rincón una muy Feliz Navidad y Feliz Año Nuevo.

jueves, 6 de diciembre de 2012

SIN AMANECERES



Otra cita que sumar a mi larga lista.  Hombres ansiosos por pasar una noche de locura, desenfreno y pasión. Personas que adoptan una falsa identidad vendiendo una imagen que se desvanecerá cuando llegue el nuevo día. Vendrán con un despliegue de sonrisas próximas a caducar. Palabras halagadoras que durarán sólo una noche: esta noche.

Quedamos en un restaurante algo ostentoso para mi gusto, mas elegido por él. Un pensamiento cruza mi mente: ¿me querrá impresionar? Llego puntual y para mi sorpresa, él no está. Me incomoda sobremanera. Cuando estoy instalada en la que será nuestra mesa, empiezo a recordar otros encuentros, distintas ciudades, distintos lugares, distintos países…misma situación.

Mientras hago un rápido repaso del lugar, voy cayendo en la cuenta de que estoy en un reservado. El enojo por la impuntualidad hizo que no estimara este dato. Sopeso si es por romanticismo, intimidad o algo de misterio. Verle entrar hace que abandone mis pensamientos.

Sus ojos me escrutan tras unas gafas negras, su paso resuelto y sus movimientos confiados, hacen que salten las alarmas. No es como los demás. Algo en él me intimida en exceso. A mí, precisamente a mí.

Saluda a la misma vez que besa mi mano. Pienso que es un anticuado. Toma asiento y sin dejar de mirarme desnuda su mirada. Quedo hechizada en este mismo instante. Algo va mal, los nervios se van apoderando de mí. Balbuceo unas palabras, tan ininteligibles y tan pastosas como mi nuevo estado. Quedamos envueltos entre lo místico y lo sobrenatural. Ninguno de los dos prueba las delicias del chef. Nos bebemos con la mirada.

Durante el transcurso de la noche voy adquiriendo más confianza, vuelvo a ser yo otra vez. El desarme del comienzo de la velada va desapareciendo paulatinamente. Me intriga este hombre, hay algo en él que lo hace interesante, atractivo, hechicero, en una palabra: hermoso.

Tras este amago de cena, decidimos ir a un lugar más íntimo. Un “tu casa o la mía” deja clara la propuesta de tomar una última copa o un último soplo de vida. Es justo que sea en mi casa, en mi espacio, en mi territorio. No quiero que vuelva a ocurrir la anulación del primer momento.

Lo tengo todo planeado, medido, calculado. 

Pasamos directamente a los besos, las caricias encienden la pasión, nos dejamos llevar por el fuego de los cuerpos, cuando estamos a punto de sucumbir en los brazos del placer, ocurre que las miradas proyectadas en sangre no ocultan el deseo de morder nuestros cuellos, destapamos los demonios que llevamos dentro, nuestros afilados colmillos se encuentran y nosotros nos vemos por primera vez.

Seres inmortales, errantes por los siglos de los siglos. Sobrenaturales en este mundo de mentira.

Acaece la magia en nuestra extraña existencia y ya por siempre caminamos juntos por toda la eternidad.
 
ladamadelosvampiros.blogspot.comnda
 
 

martes, 27 de noviembre de 2012

ÁNGEL MÍO


 
http://imagenesifotos.blogspot.com/2009/03/imagenes-de-hombres-y-mujeres-alados.htmlenda
 
 

 Un comentario irónico sobre un boleto de lotería y un complemento en tu liga, hizo que cruzara el país, no una, sino dos veces para estrellarme en tu corazón.

En la primera me atrapó tu limpia mirada y ¿por qué no? también tus caderas. La sonrisa en tu rostro me elevó al cielo; de ahí ese piropo: tú eres mi ángel.

Dudé en volverte a ver. La distancia, los compromisos, la maldita responsabilidad. Soñaba con tu voz, tus palabras, tu risa, y ¡otra vez! ¿por qué no? tu contoneo al caminar.

Lejos del mundo. En un columpio colgué nuestra felicidad. Cuando el balanceo cesó, la vista era más nítida, más dura, se veía el suelo con más crueldad. Los nervios se apoderaron de mí, los vértigos, las dudas. Fui investido con la toga del miedo. Te miraba y el pensamiento me dolía. ¿Cómo puedo quererte tanto, ángel mío, y aun así  no encontrar el consuelo en tu abrazo?

Consumí mi cigarro a la misma vez que acabé con lo nuestro. Apuré el último sorbo de  café, nunca un trago me supo tan amargo. Me llevé la mano al pecho cuando te dije adiós. Me oprimían las palabras al subir por la garganta para morir en los labios. Aparté mi hombría a un lado para que una lágrima me acompañara en ese instante.

El destino nos unió y la distancia nos separó. ¿Podrás perdonar algún día a este loco, viejo y cansado corazón? ¿Podrás mirar a los ojos del pasado y sonreírme desde tu selva? ¿Podrás hacerlo, ángel mío?

 

 

lunes, 12 de noviembre de 2012

SI NO TIENE EDAD


 

 Suena una música de desamor y descubro unos ojos soñadores. No puedo creer verte así. No tienes edad.

Busco en la caja de los recuerdos y el pasado me sopla en la cara. Apenas hablabas y ya tarareabas aquella osada canción: “En la casa de Inés”. Yo me desgañitaba con los “tres cerditos” y “gusanito medidor”. Tú me retabas con “una mano en la cabeza y un movimiento sexy”. Atacaba con la “vaquita de Martín y el niño robot”, y “tu mano en la cintura” conseguía que abandonara la batalla y me uniera a tus tonadas, sin dejar de repetir: ¡si no tiene edad!

Hoy me sorprendo de nuevo y no es por una canción. Tu mirada lejana, tus movimientos livianos, tus momentos de intimidad, tu territorio, como tú lo llamas. ¿Quién será? ¿Quién te ofrecerá el cofre de los besos? ¿Quién anidará en tu corazón? ¿Quién será el primero que robe tus lágrimas, tus suspiros, tus sonrisas? ¿Quién, princesa, si no tienes edad?

Ya no recordaba cuando a tus años una mirada me hacía soñar, me colmaban de ilusiones unas promesas dichas en cualquier esquina. Cuando una canción me tocaba el corazón y me desnudaba el alma. Ya no me acuerdo si fue la risa o el beso. ¿Quién lo dio primero?

Paseas tras mis pasos, vas por las mismas aceras que una vez pisé. La historia se repite. Ley de vida.

Aún están presentes nuestras guerras de pulgares, de pestañas, de ombligos, de pies, de nariz… Todavía suena una voz pidiéndome mimos a cualquier hora. Todavía estás aquí conmigo. Soy consciente del poco tiempo que nos queda. No lo pienso, lo vivo. Te disfruto, te rio, te miro y te hablo.

Mi niña no tan niña. Escribes en tu diario, escuchando canciones de amor. Yo te miro a lo lejos y me recuerdo en otra época, en otro lugar. Y me digo: si no tiene edad, ¿o sí?
 
P.D.- Siempre eligió su música, hoy no iba a ser menos.
 
 
 
 

 

lunes, 5 de noviembre de 2012

IMPULSO


 
http://www.mundopoesia.com/foros/showthread.php?t=428510
 
 
Si un desconocido te regala flores, eso es impulso.

Así rezaba un anuncio en los años ochenta. Nada que ver con el tipo de impulso del que soy esclavo. Soy poseedor de uno enfermizo, obsesivo compulsivo, maquiavélico en ocasiones. Llegando incluso a  sorprenderme de mí mismo a estas alturas de mi vida.

Impulso es cuando tras una jornada de trabajo, cabalgo a lomos de mi Davidson, devorando doscientos kilómetros sólo para agarrarme a tu cintura y oírte pedir que te ate más fuerte. Llegar a tu telefonillo y preguntar si eres tú mi cena, si me esperas en la cama o en la cocina. Donde esté tu cuerpo encontraré mi descanso.

Impulso es cuando a las cuatro de la mañana te mando un whatsapp  con una foto de mi torso desnudo y pregunto irónicamente: ¿duermes, amor? Seguido de otro mensaje en el que insinúo cómo te espero yo. A que vengas a mi encuentro le llamo heroicidad.

Impulso es cuando paso cerca de una de esas tiendas de ropa femenina. Me lanzo a la captura del conjunto más osado y me lo imagino adornando tus encantos. No hay vuelta atrás, pagado, ya es mío. Monto todo un escenario romántico-erótico-sexual donde tú eres la protagonista y él un efímero extra.

Impulso es cuando un olor me recuerda a ti. Me afano al deseo de tocarte, de vivirte una vez más, de verte sólo vestida con tu perfume.

Impulso es cuando la lluvia nos sorprende en plena calle y te abrazo vigorosamente y dejo que las gotas resbalen por tu cara para beberlas en tus labios.

Impulso es desear tenerte y tenerte. Dime, amor, ¿es impulso o necesidad?
 
 
P.D.- Para Gondolilla, conocedora de estos impulsos.

martes, 30 de octubre de 2012

HALLOWEEN







http://www.tumblr.com/tagged/marilyn-monroe-quotes?before=1330452833




La noche prometía. Yo destilaba progesterona emulando a una Marilyn sobrada en curvas, tú querido mío, rebosabas testosterona por los cuatro costados, ni el mismísimo Marlon Brandon lo hubiera logrado.

Acudimos a nuestra cita a ciegas en el punto de encuentro, dimos la contraseña y tras ella dejamos escapar un ligero pensamiento hecho en voz alta: ¡guau!

La ocasión  la pintan calva, o eso dicen, así que fuimos conducidos como por encanto hasta la fiesta de disfraces que regalaba la velada.

Risas, tratos, trucos y alcohol. Dieron las doce y las luces de la sala se apagaron. El espacio era tétrico como lo requería la ocasión. Todos estábamos expectantes a ese momento. De repente un frío en mi espalda erizó todo mi cuerpo. Un tenue susurro me conmovió, seguido de una caricia afilada en mi cuello.

-          No grites.- Me ordenó.

-          No pensaba hacerlo.- Sonreí.

Mientras me guiaba a punta de navaja por entre la multitud, sus labios ávidos de deseo recorrían mi nuca. Su única mano libre, medía mi cuerpo vertiginosamente. Su lengua experta en despertar zonas olvidadas se encargaba de humedecer una piel árida hasta entonces.

Llegamos a una sala desierta. No se veía nada, una tenue luz se colaba por entre las cortinas del gran ventanal. No podía verle la cara, los ojos, él. Entonces inicié un ritual de caricias, notaba su excitación cada vez que el filo se clavaba más en mi garganta. Nos encontramos en  la duda de quién era víctima y quién verdugo.

Su boca buscó la mía y sin mediar palabra me tumbó sobre el suelo y él sobre mí. Su cuerpo musculoso hizo un efecto hechicero con mi mente y desde aquél instante fui sumisa, esclava de su pretensión.

Se desató una tormenta de pasiones, lluvia torrencial de besos y roces. Tras el temporal de vaivenes de caderas, apareció un arcoíris de respiraciones. Alzó el cuchillo, el cual brilló entre las sombras, atrapó un rayo de luna para que yo pudiera ver los ojos de su portador.

Creí que terminaría hundiéndolo en mitad del corazón como una estaca vampírica,  mas se limitó a limpiarlo y guardarlo. Se levantó de mi lado, se vistió y se dirigió hacia la puerta. Yo quedé inmóvil, mera espectadora de sus movimientos. No era mi Marlon, pude descubrir.

¿Quién me había poseído? Un grato enigma se abría ante mí. Su voz sonó inundando el aire.

-          ¿Cómo te llamas?

-          Norma Jean, para ti.- Atiné a responder.

-          ¡Encantado, Norma! Yo soy Barman,  el camarero del bar. ¡Feliz Halloween!

Tumbada, acariciando la herida de mi cuello,  recordando junto a un único testigo: el rayo de luna.


domingo, 21 de octubre de 2012

CENICIENTA SIN PERDICES


http://guia.actitudfem.com/princesas-de-disney-en-3d

A las doce en punto, Cenicienta recogía sus zapatillas de rizo americano, hechas en China pero compradas en una gran superficie. Hacía tiempo que sus zapatitos de cristal fueron guardados entre algodones, dentro de una caja y colocados en la estantería más alejada de la parte más alta de su armario de Ikea.

Se introducía en su gran cama principesca y allí aguardaba a que Príncipe Azul hiciera su aparición estelar. Esa noche, no apareció. Decidió quedarse retirado tres manzanas calle abajo, ante una pantalla futbolera de plasma, entre dos soldados reales cargados de espadas y alcohol y dentro del local más cutre y salchichero que se pueda encontrar en cien metros a la redonda.

Si había algo en la Tierra que Príncipe Azul adoraba más que a su propio porte, eso era el fútbol. Su campo de visión se adaptaba a las medidas de la pantalla en cuestión, descartando todo lo demás, incluyendo a la pobre Cenicienta. ¡Cuán equivocada se casó creyendo que conseguiría reconducir al príncipe con sus encantos! Tras un lustro, tristemente descubrió que no bastaban sus tetas, así que llegados a este punto concluyó que ese dicho que reza por ahí de que tiran más dos susodichas que dos carretas, es un bulo o una leyenda urbana.

Cenicienta se cansó de danzar, hacer aspavientos y  mandarle mensajes con las palomas. Las cuales abandonaron el palacio y se fueron a una compañía telefónica de auge porque allí les pagaban más y mejor. Llegó a completar una larga lista de esfuerzos, todo por llamar la atención de su Príncipe Azul.

Decidió conocer el mundo de la nueva era: la tecnología.

Con paso firme y una desafiante fila de doncellas, se marchó a un gran centro comercial y allí encontró lo que iba buscando. Un ordenador portátil última generación, un móvil con su whatsapp incorporado para no desaprovechar conversación, y por supuesto a un lacayo dispuesto a enseñarle paso a paso todos los secretos que encierran estos trastos.

Desde entonces la joven princesa navega por internet como si fuese por el lago palaciego. Maneja todas las recónditas teclas de su prodigioso móvil y googlea sus dudas.  Se alistó en una red social de mucho prestigio, consiguiendo tener más seguidores que su adorado Azul.

Cada día al levantarse y posar sus soberanos pies sobre la alfombra roja, se conecta a la red y decide el estado que la acompañará durante la jornada. El príncipe mosqueado porque perdió su equipo, quiere discutir o hablar sobre no sé qué.

Cenicienta cariñosamente le dice: - ¡amor mío, sígueme en twitter!

martes, 16 de octubre de 2012

SUPUESTOS Y REALIDADES


 



Fotografía: http://flickr.com/photos/sigmaorion/2465425330
 
La primera vez que la vi en aquella estación, la descubrí sentada en un banco del anden, sumida en unos pensamientos (me atrevería a decir) agradables. La sonrisa dibujada en su cara delataba el disfrute de aquella acción, la mirada clavada en las vías desvelaba la lejanía, estaba a años luz de aquel momento.

Me dediqué a observarla. No tenía otra cosa que hacer hasta el instante de mi partida. Me imaginé una vida para ella.

Vi una niña alegre, dicharachera, atrevida…, estados que dieron paso a una jovencita demasiado alocada, amante de los riesgos, aun así comedida en sus actos. Conoció el amor de la mano de su mejor amigo y demasiado pronto, para mi gusto. Son  sólo suposiciones, pero esa mujer es de las que enamoran y se dejan enamorar a edades tempranas.

Me despista el que no lleve anillo en su dedo anular, tal vez hoy lo olvidó, más la veo casada y no con muchos hijos, a lo sumo dos. Me aventuro imaginándola con niñas, lo que siempre deseó: dos amigas, dos cómplices, dos hermanas, las que nunca tuvo, ya que fue la única chica de cuatro hermanos.

La vida le ha regalado distintas tonalidades, de cuando en cuando las opacas ensombrecen a las llamativas, regresan del fondo del pensamiento para hacerle recordar que siguen ahí.

No sabría con exactitud su edad. No es mayor, tampoco muy joven, es esa edad indefinida que algunas mujeres llegan a alcanzar en un momento dado. Su belleza serena le hace tener un rostro aniñado, aunque hay un surco que sobresale de los demás, es más profundo, como si guardara algo muy intenso. Me intriga.

La suma de los días le ha enseñado el arte del saber esperar, el de todo llega y, también, el del nada es para siempre. El amor de su vida todavía camina a su lado, las hijas hace tiempo que abandonaron el hogar.

Otra vez mis ojos se han posado en esa muesca de su cara. El sonido de mi tren me devolvió a la realidad, al igual que lo hizo con ella. Se levantó y guió sus pasos hacía el exterior. Pasaron meses hasta que la volví a ver. Confieso que la buscaba con la mirada cada día que venía aquí. Proyectó en mi persona una especie de inquietud, algo me arrastraba a querer saber de ella.

Hoy la volví a ver. Curiosamente el mismo banco me devolvía la imagen que guardaba de ella. Sentada con las manos sobre el regazo, la cabeza ligeramente ladeada, su rostro seguía sosteniendo aquella sonrisa, la mirada hundida en los railes y el pensamiento quién sabe dónde. Me recordaba a una Penélope, esperando a su Ulises. La eterna espera.

Esta vez no quise imaginarme su vida. Quise saber. Me senté a su lado. La observé en silencio hasta que lo quebré con un saludo, una observación sobre el tiempo y un detalle personal.

-         Voy a Segovia-. Puntualicé. -¿Y usted?

-         A ninguna parte-. Sonrió.

Me sorprendió la respuesta.

-         No es que no quiera decirle a dónde voy, es la verdad. Cada día vengo hasta aquí, me siento y espero.

-         ¿Espera a alguien?-.

-         No, nunca volverá, se fue para no volver-. Hizo un conato de sonrisa.

-         ¿Quién sabe?-. Intenté alentar.

-         Murió aquí mismo junto a su amante, un once de marzo. Desde entonces vengo cada día a recordarme que las lágrimas sólo sirven para añadirle sal a la vida y no para llorarle a nadie.

Me quedé sin palabras. Siguió contando una vida totalmente distinta a la que yo había fantaseado para ella. Únicamente acerté en una parte: demasiado joven para el amor.

Desde entonces al llegar a la estación, me siento junto a ella compartiendo recuerdos y un café.

lunes, 8 de octubre de 2012

LAS PALABRAS VEDADAS






 
 
 No me costó convencerla en aquel viejo parque. El invierno había anidado en su alma desde hacía tiempo. Conquistarla, enamorarla, regalarle una última primavera antes de que las mariposas se extinguieran.

La transparencia de sus ojos y de sus labios casi consiguió que flaqueara en mi propósito. Seguí beso a beso devorándole el miedo. Ella y no otra, su momento, la elegida para la conquista.

Construí un mundo de color a su alrededor esperando el instante, ése que delata la hora de acabar con las mentiras, cuando las palabras arrancan la máscara veneciana, dejando al descubierto el rostro verdadero de la voz escuchada.

Me fui introduciendo en su vida a la vez que ella penetraba en la mía. Recogía sus abrazos como la hoja lo hace con las gotas de rocío. Coleccionaba sus caricias como el anciano que acumula los gratos recuerdos. Los días a su lado me hicieron descubrir que podía cambiar de parecer, más no era posible, no me crearon para el amor, sólo robar almas perdidas.

En las noches, cuando me separaba de su cuerpo, la pena se apoderaba de mí, la amaba tanto que llegó a confundirme, creí ser mortal. Me hizo adorar el sol, reír bajo la lluvia, venerar los amaneceres, bailar bajo los rayos de luna. Idolatraba su risa, la misma que ahora golpea mis sienes una y otra vez. Reverenciaba cada suspiro que de ella emanaba. Quemamos el tiempo abandonándonos el uno al otro.

Las palabras vedadas llegaron un atardecer, hacía frío, el calor de la hoguera envolvía nuestros cálidos cuerpos. Clavó la noche de su mirada en mi rostro y exhaló las dos palabras que yo perseguía desde un principio. Las que me darían lo que vine a buscar, el premio, el triunfo, el final.

No pude evitar que las pronunciara, aun cuando mis labios sellaron los suyos, ellas salieron produciendo el efecto ya no anhelado

- Te quiero

Y su alma abandonó el cuerpo inerte, quise gritar para despertar el sueño eterno, quise retroceder en el tiempo. Ya eres mía, pensé, me has entregado lo que vine a buscar, ¿no sabes quién soy?

- ¿No sabes quién soy?- bramé. Las lágrimas nacieron en mis ojos,  como siempre que consigo un alma.


 

martes, 2 de octubre de 2012

POR UNOS ALFILERES DE BODA.

 
 



Como ratita presumida voy rechazando maromos esperando encontrar a mi príncipe azul. La señal: unos alfileres de boda. Quedo prendada al verlos -¡Me caso!- pienso ipsofacto.

Al no tener varón, me aventuro en alistarme en esas páginas de eDarling  y Meetic, para probar suerte. Candidatos no me faltan (modestia aparte) es un éxito pasear mi figura con su 1’82 m, acompañada de mis 90-60-90. Sigo negociando con mis ojos verdes y un pelazo color noche cerrada. Ya no importa el contenido, todos responden al envoltorio.

A mí tampoco. Mi aspiración es poder regalar esos alfileres y escapar de las garras del párroco de mi pueblo, el cual me ha echado el ojo para ser la Camarera de la Purísima Concepción.

Llegado el día de la boda, alardeo de morenazo lleno de testosterona y vacío de sentimientos. Pero al fin consigo mi meta: ofrendar unos magníficos alfileres de boda.

Lástima que no exista la misma tradición para el divorcio.
 
Dedicado a Mariose por tener unas manos de oro y por provocar a mi imaginación.
Aquí os dejo el enlace de esta gran artista:
 
 

 

martes, 25 de septiembre de 2012

POSEIDA EN TRES DÍAS (y III)


Juana de Arco. Dante Gabriel Rossetti (1882)
Tercer día. -



Llevo todo el día en la cama. Ha venido el médico. Jajaja, me rio por no llorar. Adivina, no sabe lo que tengo. Cree que es algún virus. ¡Qué sabrá él! La fiebre me hace delirar.



En momentos de lucidez, como ahora, aprovecho para escribir. En otros, desconozco dónde me encuentro, no reconozco las caras que me rodean, parecen enfadados conmigo, me gritan algo que no consigo descifrar. Mi nombre no es tal, creo que no saben cómo me llamo, me acusan no sé muy bien de qué.



Ya no puedo escribir, ahora todo está en mi pensamiento. Nadie sabrá jamás qué pasó. Tú te quedarás a medio terminar, no podrás contarle a mi familia qué fue lo que me ocurrió.



- ¡Retráctate de tus palabras, Juana! Eso evitará que te quemen en la hoguera por hechicería y brujería.



 - Me hablan, me dicen lo que tengo que hacer. No puedo decir que no las oigo, no puedo renunciar.



- Nada podrá salvarte de morir quemada. Ante este tribunal eclesiástico eres una hechicera.



- Ellos me dijeron cómo tenía que combatir, cómo conseguir que el delfín fuese coronado rey de Francia. Esas voces me ayudaron a conquistar las victorias.



- Así pues, está decidido: serás quemada en la hoguera por herejía.



La plaza del mercado de Ruán, está atestada de gente. Todos esperan mi ejecución. Estoy asustada. Me encomiendo a Dios. ¿Por qué no viene en mi ayuda? ¿Dónde estáis voces? ¿Por qué me habéis abandonado?



 El fuego ha empezado a prender poco a poco. Va tomando cuerpo con prisa, sus lenguas me queman la planta de los pies, alcanzan mis ropas, no puedo soportar el dolor. Creo que voy a desmayarme de un momento a otro. No siento nada, ¿Qué ha pasado? No oigo, no veo. Es como si flotara, he abandonado mi cuerpo. Ha sido liberada mi alma.



Veo sobre la cama mi cuerpo inmóvil. Todos se hacen la misma pregunta: ¿qué fue lo que la mató? El médico está desconcertado. No encuentra una explicación a mi muerte. Tú tampoco puedes ayudarles mucho, cuando te encuentren creerán que tomaba alucinógenos. Seguramente darán carpetazo diciendo que fue una sobredosis.



 -Señorita Guzmán, ¿ha dormido bien durante esta clase? Me obliga usted a llamar a sus padres y tener una reunión con ellos. ¿Está usted enferma o ha pasado mala noche?



- He sido poseída por el alma de Juana de Arco-. Me limité a decir.



Se echaron a reír a mandíbula batiente, creo que hasta el profesor de historia lo iba a hacer. Se contuvo en el último momento y en vez de eso me mandó derechita y sin pasar por la hoguera a jefatura de estudios. Me levanté agradecida, contenta y no me importaba nada lo de llamar a mis padres. Todo había sido un mal sueño que había conseguido dejarme un mal cuerpo y un extraño olor a carne quemada.

Buenas noches, mi querido diario.


sábado, 22 de septiembre de 2012

POSEIDA EN TRES DÍAS II



Pintura de Audrey Kawasaki
 Segundo día. -



Estoy asustada, querido diario. He estado hablando en un perfecto francés, lengua que desconozco. He conseguido enfadar a toda la pandilla, primeramente, creían que les estaba tomando el pelo. Viendo que yo insistía en mi misión, han decidido darme esquinazo. No podía controlar mi lengua. No sé qué hacer ni a quién acudir.



Me he saltado las clases. Cuando mis padres se enteren será mi final. Menos mal, que tú estarás para recordarles al mundo que una vez existí y no fui sólo una leyenda.



Esto no es todo. De madrugada, me desperté sobresaltada. Como si hubiera alguien más en la habitación. Encendí la luz, en efecto, sólo estaba yo y mi reflejo que me devolvía una extraña mirada, me costó reconocerme en esa imagen. Juraría haber visto mi pelo mucho más corto, fueron décimas de segundo, pero no me parecía a la del espejo. No era yo.



Lo acusé al susto. Tardé un poco más en dormirme. Mi corazón latía tan fuerte que por un momento creí que eran dos. Sí, tómame por loca. En mi cama palpitaba más de uno y te recuerdo que duermo sola. Aunque tenga 15 años, no descarto el volver a dormir con mi madre. Llámame como quieras, pero si esto sigue así, una noche de estas me meto en su cama y largo de allí a mi padre.



A diferencia de ayer, hoy sí recuerdo algo de mi pesadilla. No lo vas a creer, me vi combatiendo, llevaba una espada y una armadura, daba órdenes aquí y allí, y lo mejor de todo: me obedecían. Todo era un caos, gritos, llantos, quería escapar, despertar. No podía, me veía obligada a permanecer allí, algo fuera de mí decía que no era un sueño, que era realidad. He despertado envuelta en sudor y muy desconcertada. ¡Así me ha ido el día!



Después de la cena y ante mi nuevo comportamiento, mi madre ha decidido llevarme a un psicólogo. No sin antes hacerme una serie de pruebas (cree que me drogo). ¡Lo que me faltaba!



Ha venido a desearme las buenas noches y de paso ha aprovechado para echarme la bronca. Que, si vivo en la luna de Valencia, que, si soy una irresponsable, una egocéntrica, una adolescente insoportable. Que me estoy volviendo irreconocible. ¡Ahí le has dado!



-Yo tampoco me reconozco- He soltado de pronto. Mirándome a los ojos ha dicho que me tomara las cosas más en serio. Lo que no sabe es que lo he dicho muy en serio, creo que es lo más serio que he dicho nunca. Otra vez estoy repitiendo vocablos. ¿Me estaré volviendo loca? ¿Es así como se empieza?



Deséame buenas noches.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

POSEIDA EN TRES DÍAS



Pintura en madera por Audrey Kawasaki
 Primer día. -



Desde hace días no me siento ni mal ni bien. Me encuentro diferente, algo rara, distinta, rara, como si no fuese yo misma, rara. Sí, ya sé, he repetido varias veces este vocablo, aprovecho que no tengo cerca de mi profesor de literatura, dándome la vara: “señorita Guzmán, son varias las ocasiones en las que ha abusado de ese término”.  Ya no recuerdo cuando fue la primera vez que me sacó al pasillo por contestarle: - ¿acaso lo voy a desgastar por decirlo más de una vez o dos? - Seré una bocazas, pero él es un engreído.



¿Ves, querido diario? Me acabo de ir por la tangente. ¿Lo has notado tú también? A eso me refería. Me distraigo con facilidad, me desconcentro, me olvido de lo que iba a decir, o de lo siguiente que fuese a hacer. Hoy me he bajado en una parada que no era la mía. He empezado a andar por callejuelas estrechas, parecía un laberinto, yo las discurría como si las conociese. Iba ensimismada, como en trance. Un chico, me ha sacado de ese estado cuando me ha preguntado por una dirección. Se la he dado sin titubear. Tras dejar escapar la información, he sido consciente de la realidad, no sabía dónde estaba y acababa de dar un destino sin tener la menor duda. Me asusté. Salí de allí a toda prisa, subí al primer autobús que me trajo a casa. Eso no quita para que me llevara una regañina por llegar tarde y además con una excusa tan tonta: -me equivoqué de parada.



Dormí mal. Tuve pesadillas. Ahora no las recuerdo, pero sé que sufría mucho. El dolor me despertó. He pensado en decirle a mi madre que me lleve al médico. No sabría por dónde empezar a indicarle qué es lo que me pasa. Me lo imagino decir junto a ella: - ¡Estos adolescentes…! Seguramente habrá tomado algo que le ha sentado mal. Aunque mi madre añadiría: -Habrá cogido frío, se empeña en ir vestida en pleno invierno como si viviésemos en el Caribe. Cree estar siempre en lo cierto, algo que me irrita porque no me toma en serio cuando le comento algo.



Curiosamente, a la hora de la cena, he llamado delfín a mi hermano Carlos. No podía dejar de hacerlo. Todos se han enfadado conmigo, sobre todo cuando he hecho una especie de reverencia al despedirme y marcharme a mi cuarto, que casualmente he llamado aposentos.



Aquí me tienes, vomitando una serie de acontecimientos que me han perseguido a lo largo del día, a cual más raro. Y no, no me estaba riendo de mi hermano, tanto las palabras como el gesto… puedo jurarte que no he sido yo la que lo ha efectuado. Alguien me estaba dominando en ese momento, créeme, estoy segura de ello.

 Buenas noches te deseo, porque eso es lo que quiero para mí también.

domingo, 16 de septiembre de 2012

GRACIAS JULIO POR LA NOMINACIÓN (aquí están las respuestas)








1.- ¿Qué es lo mejor que te ha pasado?
       La maternidad.

2.- ¿Cuándo escribes?
       Por la noche, es mi aliada.

3.- ¿Dónde escribes?
       En el salón de casa.

4.- ¿Qué música escuchas?
       Según el momento y el estado de ánimo. Me gusta toda clase de música.

5.- Si pudieras elegir otra época, lugar, ¿dónde y cuando?
     París. Los locos años 20.

6.- ¿Qué es lo que no soportas?
       La injusticía.

7.- ¿Eres feliz?
       Sí, tengo lo que quiero y necesito.

8.- ¿Dónde vas a relajarte y a tomar una copa?
       No bebo. Me relaja pasear cerca del río.

9.- ¿Qué valoras en tu pareja?
       Que me acepte tal y como soy.

10.- ¿Qué haces cuando no puedes dormir?
         Leer, escribir o escuchar música.

11.- ¿Qué personaje famoso de cualquier tiempo te gustaría ser?
         Helena de Troya.

martes, 11 de septiembre de 2012

GATO TONTO





La verdadera amistad puede venir de la mano de alguien, aparecer un día o noche inesperada, llegar en un medio de transporte, entrar de pronto en cualquier lugar. Tiene varias formas de manifestarse. Rozarte con su varita mágica y producir el encantamiento.

La de esta historia apareció una tarde de abril en una casa vieja y húmeda. Se presentó envuelta en una bola de pelo y tras unos grandes ojos verdes. Surgió la química y la atracción mutua. Al cruzarse las miradas ya sabían que algo nuevo estaba naciendo entre ellos. Ella se comprometió a cuidarle y mimarle sin fecha de caducidad. Él, por su parte, sólo podía ofrecer compañía, cariño y amistad incondicional.

Con el tiempo ese sentimiento fue creciendo a la par que ellos. Se volvieron inseparables, cómplices de juegos, confidentes de secretos, almas gemelas. Algunas tardes transcurrían así: él, medio adormilado, observaba desde la cama como ella hacía las tareas del cole, repasaba la lección en voz alta, la cara que adoptaba cuando se equivocaba y, sobre todo, cuando se producía un  silencio seguido de una caricia dirigida a su cabeza o a su lomo. No pedían más.

Como auténticos felinos sus juegos se limitaban a asaltarse el uno al otro.   Acabada la diversión, la niña hundía la cara en la mullida barriga susurrándole “gato tonto”. Éste, dejándose hacer, ronroneaba y apoyaba sus suaves patas sobre la cabeza de ella.  

No todos los miembros de la familia veían con buenos ojos esta relación. Un fatídico día, el mayor del clan le dio la posibilidad de elegir entre él o el minino. –No me hagas esto, papá. Y así fue como todo dio un giro de 180º, cambiándoles su mundo y poniéndolo patas arriba.

Una casa en construcción se convirtió en la nueva morada del gato. Decidida y animada, la niña tomó nuevos hábitos. Exceptuando las horas de clase, la mayor parte del tiempo lo pasaba junto a él. Estudio, charla, merienda, juegos. La noche caía haciéndola volver a su hogar. Dolía la separación. Cuando se acercaba la hora de la despedida el gato se subía a su regazo y con la cabeza le propinaba unos cuantos mimos.  ¿Intuición animal?

Los años pasaron convirtiendo a la niña en una adolescente, y al minino en un gato más sabio o más intuitivo. Ella no dejaba de preguntarse cómo él podía conocer la hora exacta para darle los buenos días antes de subir a ese autobús, que la trasladaba hasta su instituto. Y la de llegada, siempre esperando al final de la calle, en la esquina de una vieja tienda de barrio. 

Todo estaba cambiando, la conversación, los juegos… Menos ellos, eran los mismos, dos almas cosidas la una a la otra. Hasta que sucedió: dejó de acudir. –Caza de gatas. Pensaba ella, se quería autoconvencer. Los días pasaron a ser semanas, y seguía sin aparecer. Cada tarde, después de clase, cargada de ilusión salía en su busca para más tarde volver triste y desanimada.

La noticia no tardó en llegar por boca de su madre. La última vez que lo vio, comía algo que una vecina le había dado y desde entonces no regresó. Si sumamos dos y dos salen las cuentas.  

Las lágrimas hicieron acto de presencia junto con la rabia y la impotencia. ¿Qué haría ahora con su tiempo, los secretos, las caricias, los mimos, los abrazos, los besos? Todo lo que en un principio tenía un destino ahora vagaba en el tiempo, estaba perdido. –Gato tonto, ¿por qué comiste algo que yo no te di?

Ahora que la herida ha cicatrizado y ha madurado la pena, en el corazón de la no tan niña habita un hermoso recuerdo,  de vez en cuando aparece como un guiño la imagen de una chiquilla y de un gato tonto.